jueves, 2 de mayo de 2013

Héctor García

El fotógrafo Héctor García, considerado como uno de los más grandes artistas de la lente de México, falleció hoy en esta capital a los 88 años de edad, en su domicilio y a causa de una insuficiencia cardiaca, informó su familia.
Fue discípulo de otros grandes de la fotografía, como Gabriel Figueroa y Manuel Alvarez Bravo, y el ya fallecido escritor Carlos Monsiváis lo bautizó como “El Fotógrafo de la Ciudad”.
A García se le considera como un referente para los fotógrafos y periodistas de América, a decir de los críticos.
Asimismo es considerado como uno de los más importantes cronistas gráficos de la historia reciente de México.
Con alrededor de millón y medio de negativos, la Galería-Fundación María y Héctor García alberga gran parte de las obras del hoy occiso.
Con cinco salas permanentes y temporales, las obras de García tienen como objetivo promover y difundir los valores culturales de la fotografía documental y periodística.
El recinto, con sede en la calle Cumbres de Maltrata, hace realidad uno de los sueños del maestro: compartir su obra y amistad.
En palabras del fotoperiodista, su vida ha sido “la de un Periquillo Sarniento” pues ha pasado por numerosos problemas a través de su andar.
De joven, como muchos más, decidió dejar su barrio, en La Candelaria de los Patos, para probar suerte en Estados Unidos.
A su regreso, el artista se topó de frente con una nación en crisis, la cual no hallaba su camino.
Tuvo entonces que emplearse cargando bultos de papel en un periódico de cine, también la hizo de 'carga cables' en los estudios Churubusco. Así fue como inició su carrera.
Edmundo Valadés, cuentista, periodista, editor e intelectual mexicano, vio en el joven ayudante un talento único, a quien mandó a estudiar a la Academia de Arte Cinematográfico, donde conoció a los legendarios Gabriel Figueroa y a Manuel Álvarez Bravo.
Desde entonces, Héctor García fotografía “lo que le da la gana”, como bien le aconsejó Enrique Borrego, director del periódico Extra, para el cual trabajó en la fuente de Sociales.
Desnudos, campesinos, mujeres, artistas, braceros, mineros, niños de la calle, presos, gestos, escenas cotidianas, todo esto y más lo llevó a diarios vespertinos o a muros de galerías.
Por eso, como él mismo se denomina, es un fotógrafo trotacalles colmado de anécdotas y dueño de un archivo todavía por explotar.
Lo mismo ha sido amigo de bailarinas exóticas que de personajes de renombre o intelectuales de izquierda.
Ha sido el cronista de la semana ardiente de 1958, del verano de 1968 o de la campaña electoral de Luis Echeverría, ganándose el sobre nombre de 'Fotógrafo de la Calle'.
Según los estudiosos del tema, todo ese trabajo ha dado una valiosa aportación a la historia de México.
Al igual que Tina Modotti (Italia), Hugo Brehme (Alemania) o Sergei Eisenstein (Rusia), su obra le dio permanencia a la calle en donde salta a la vista su preocupación general que se remonta a sus orígenes.
A lo largo de casi siete décadas de ejercicio profesional, el maestro calificó alguna vez al fotoperiodismo como la carrera más peligrosa a la que se puede dedicar un hombre.

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